José
Muller Tejeira's account of Admiral Cervera and the MARIA TERESA
at Santiago
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the naval Battle of Santiago (in Spanish)
Cuando solo contaba 13 años de edad, ingresó en el Colegio Naval. Durante su primer viaje a La Habana, fue promovido a Guardiamarina de primera clase en 1858. Cuando cumplió 21 años recibió el despacho de Alférez de Navío.
Posteriormente fue enviado a las Filipinas, donde estuvo a las órdenes del Almirante Méndez Núñez, (héroe en el combate naval del Callao). Luchó contra los moros y a punto estuvo de perder la vida durante el asalto a la cotta o fuerte de Pagalugan. Durante esta acción de guerra, la primera en la que tomó parte, capturó una bandera que portaba un enemigo. Fue promovido a la graduación de Teniente de Navío en atención a los méritos contraidos durante la guerra.
Continuó en las Filipinas llevando a cabo trabajos de hidrografía y levantando las cartas de los centenares de islas del archipiélago. Muchas de esas cartas fueron de gran importancia para los navegantes de aquellas aguas hasta bien entrada la segunda década del siglo siguiente. En 1865 regresó a la Península Ibérica, a su tierra natal, y contrajo matrimonio.
Pasaron varios años en los que la inestabilidad política en España alcanzó niveles insospechados. En 1868, la Reina Isabel II fue destronada, iniciándose el nacimiento de la Primera República que trajo problemas y desórdenes contínuos.
Cervera tuvo que desempeñar destinos de responsabilidad superior a la que le correspondía por su graduación militar durante varios años. Tuvo así mismo que afrontar, no sin riesgo de su propia vida, algunas situaciones difíciles, como la revolución Cantonal en Murcia. Posteriormente fue enviado de nuevo a Filipinas en donde recibió el mando de la goleta "Circe". También desempeñó otros destinos tales como el mando de la corbeta "Santa Lucía", en donde de nuevo tuvo que intervenir en acciones de guerra con ocasión de múltiples operaciones militares, especialmente en Mindanao, donde su actuación fue de nuevo de gran brillantez.
En 1876 fue nombrado Gobernador de Joló. Las duras condiciones
de vida allí le hicieron coger la malaria, enfermedad de la que
a punto estuvo de morir. Nunca resignó su mando ni abdicó
de las obligaciones que contrajo con el a pesar de que había recibido
permiso para hacerlo, pues era su creencia que las órdenes militares
habían de llevarse a cabo incluso hasta el punto del sacrificio
de la propia vida si así fuera necesario.
Cuando regresó a España, el Presidente del Consejo
de Ministros, Cánovas del Castillo, lo llamó a Madrid para
que le informara con precisión acerca de la situación en
Filipinas. Por aquel entonces, la Monarquía había sido de
nuevo reinstaurada en la persona del Príncipe Alfonso XII una vez
transcurridos el período republicano y la regencia de un año
de D. Amadeo I de Saboya.
Cánovas solicitó a Cervera que aceptara en Madrid un destino en el Ministerio de Marina. Sin embargo, no se sentía cómodo con la idea de quedar en Madrid dado que sentía que su vocación de hombre de mar estaba a bordo de los barcos.
La familia de Cervera y su estilo de vida estaban caracterizados por un profundo sentido de la austeridad en todos sus actos. Durante su estancia en Madrid, toda la familia se levantaba a las 6 de la mañana, ayudándo a sus hijos con sus lecciones escolares hasta las 9 horas en que marchaba para su despacho y los niños al colegio.
Por las tardes volvía de nuevo a continuar ayudando a sus hijos con las lecciones escolares, explicándoles lo que no entendían, y una vez cenados, leía libros profesionales o se daba un paseo hasta las 10 de la noche en que se retiraba a descansar.
Sus aficiones y hobbies siempre estaban relacionados con la familia. Le gustaba escuchar música, pero fue solo con ocasión de la boda del Rey Don Alfonso XII con Doña María de las Mercedes de Orleans que se permitió el "exceso" de ir al teatro en la tarde del 23 de Enero de 1878. Tal era su caracter en estas cosas, que incluso le llevaban a ser optimista en medio de las privaciones que su corto sueldo de Ofical de Marina le propiciaban, y a las que estaba acostumbrado.
Le comentó en una ocasión a un amigo suyo, también Oficial, que en vez de quejarse por solo poderse permitir ir una vez por semana al teatro a causa del corto sueldo, se sintiera mas bien agradecido con su país que le permitía ir al teatro todas las semanas. Esta actitud en su estilo de vida personal tuvo un claro reflejo en su vida pública y profesional a lo largo de toda su vida.
Recibió el mando de la corbeta "Ferrolana" buque escuela de Guardiamarinas, a mediados de 1879. A finales de 1880 desembarcó y pasó como Comandante Militar de Marina de Cartagena.
De 1885 a 1890, presidió la Comisión Constructora del acorazado "Pelayo", del que posteriormente sería su primer Comandante. En este destino tuvo que luchar árduamente contra los lentos procesos burocráticos que constantemente imponían retrasos en la botadura y entrega del buque a la Marina.
La Reina Regente Doña María Cristina, viuda de Don Alfonso XII y madre del jóven Alfonso XIII, lo llamó personalmente a la Corte para que le sirviese como Ayudante de Cámara y asesor naval. Era el 3 de Mayo de 1891. A finales del año siguiente, fue ascendido a Capitán de Navío de Primera Clase (Hoy Contralmirante) y nombrado Director Técnico y Administrativo de los Astilleros del Nervión, contratados para llevar a cabo la finalización de la construcción de los tres cruceros acorazados de la clase "Vizcaya", (junto con el "Infanta María Teresa" y el "Oquendo"). Fue deseo personal de la Reina que Cervera desempeñara este puesto de responsabilidad.
Durante aquellos días fue requerido por el líder del Partido Liberal, Sr. Moret, para proponerle ser Ministro de Marina en cuanto cayese el Partido Conservador, que entoces estaba en el poder. Cervera, que aborrecía todo cargo político, contestó con evasivas a Moret, dándole razones como "...no es conveniente para ningún Gobierno tenerme a mi de Ministro...como modesto Oficial de Marina creo que podría ser de más valor, mandando Escuadras, Departamentos Navales o cualquier otro destino que no tenga caracter político...", pero insistieron a pesar de todo. El Primer Ministro, D. Práxedes Mateo Sagasta, le comentó a la Reina que no tenía ningún Ministro "de categoría" para la cartera de Marina, y ella apuntó el nombre de Cervera, su antiguo Ayudante, como el hombre adecuado, insinuándo a Mateo Sagasta que diese la orden a Cervera "bajo el peso de su Real deseo" de tal suerte que el leal Cervera no pudiese oponer ninguna resistencia. Cervera se sintió muy contrariado cuando se le requirió para tan alto cargo pues preveía todo lo que se le venía encima y en un ambiente tan apartado del mundo militar que tan bien conocía y amaba. Aún todavía le llevó dos días más, después de llegar a Madrid, el decidir si aceptaba el cargo o no. Finalmente aceptó, pero con una única condición: Que no se le redujese el presupuesto de Marina ni un solo céntimo. Y así le fue prometido bajo palabra de honor por el Primer Ministro. De esta manera, Cervera, que por aquel entonces ya era Contralmirante, pasó a desempeñar la cartera ministerial desde la mas baja graduación del generalato, cuando la práctica habitual era la de nombrar para este cargo a Almirantes de mayor graduación y antigüedad.
La promesa del Primer Ministro no se mantuvo, reduciéndose el presupuesto de Marina para el año fiscal de 1893-1894 en casi dos millones de pesetas. Cervera, que ya de por sí había reducido al mínimo admisible el presupuesto de Marina, no podía admitir tales cambios e inmediatamente presentó su dimisión al Gobierno, y no solo una, sino hasta tres veces.
La vida "política" de Cervera duró sólamente tres meses, Su caracter libre e independiente no le permitía continuar con una función para la que, de acuerdo con sus propias palabras, "no he sido preparado", aparte del hecho que comprendía que la política errónea del Gobierno sólamente podría llevar a la Nación a la bancarrota.
En Septiembre de 1893 fue nombrado Jefe de la Comisión Naval
en Londres. Profesionalmente era este un destino de gran interés
puesto que significaba ponerse al día y aprender las últimas
técnicas en construcción naval de la época. Durante
su estancia allí, en la mitad del año 1895, comenzó
la guerra en Cuba.
PRELIMINARES DE LA GUERRA
Los líderes independentistas cubanos Gómez y Maceo hostigaban de forma contínua al Ejército español con sus partidas en la isla, recibiendo apoyo constante de los Estados Unidos que ya habían mostrado su interés en comprar Cuba a España por 100 millones de pesos, a lo que ésta se negó, optando por la guerra, sabiendo de antemano que habría de perderla caso de que se declarase.
Para sofocar la rebelión en Cuba, el Gobierno envió al General Valeriano Weyler en 1896 a la Habana para imponer una férrea y represiva política. Maceo perdió la vida el día 7 de Diciembre de ese año, y la prensa norteamericana, con Pulitzer y Hearst a la cabeza del sector, se encargò de exagerar las crueldades cometidas por los españoles dirigidos por Weyler, a quien pusieron por mote "el carnicero". Todo esto ensombrecía cada vez mas el panorama social y político, aunque en España coexistían dos versiones de la cuestión cubana. La España oficial, que conocía muy bien que en caso de conflicto con los Estados Unidos, no habría la más mínima posibilidad de victoria, y por otra parte la España real, que vivía tranquila y confiada no admitiendo los hechos y confiando en una victoria segura. Mientras que la prensa en los Estados Unidos distorsionaba las noticias para ayudar a ganar la guerra, la prensa española hacía lo mismo pero para lo contrario.
El asesinato de Cánovas del Castillo, y las subsiguientes modificaciones en los Gobiernos, cambiaron completamente el curso de los acontecimientos que siguieron. El General Weyler fue relevado por el General Ramón Blanco en Octubre de 1897. Blanco ofreció la autonomía a Cuba, pero era ya demasiado tarde puesto que los cubanos estaban determinados a obtener la independencia.
Tal era el estado en las colonias, siendo las Filipinas el otro punto crucial, donde los problemas iban en aumento. Cervera observaba estos sucesos con tristeza y preocupación ya que habia visto cláramente que no no tenían solución, especialmente si el conflicto con los Estados Unidos terminaba en guerra. Tan seguro estaba acerca de la situación, que ya anteriormente había escrito una carta profética a su primo Juan Spottorno, Auditor de la Armada en el Departamento Marítimo de Cartagena, cuyo contenido, cerrado y sellado ante testigos, constituye su "testamento militar". Por la importancia de esta carta, se transcriben a continuación algunos de sus párrafos.
"Querido Juan. Parece que el conflicto con los Estados Unidos está
conjurado, o al menos aplazado; pero puede revivir inesperadamente, y cada
día estoy más convencido de la idea de que resultaría
en una gran calamidad nacional...
Puesto que prácticamente no tenemos escuadra, a donde quiera que se envíe, deberán ir todos sus buques juntos, porque dividirlos sería en mi opinión el mayor de todos los errores; pero también sería un error enviarla a las Antillas, dejando nuestras costas y el archipiélago filipino sin defensa...
....seré paciente y cumpliré con mi obligación, pero con la amargura de saber que mi sacrificio es en vano...
....si nuestra pequeña escuadra estuviera al menos bien equipada con todo lo necesario, y sobre todo, bien adiestrada, podríamos intentar algo...
....cuando las naciones están desorganizadas, sus Gobiernos, que son símplemente el resultado de tal desorganización, también están desorganizados, y cuando llega el lógico desastre, no quieren ser su causa real; por el contrario, mas bien el grito es siempre "TRAICION!", y buscan a la pobre víctima que expíe las culpas cometidas por otros...
....te encomiendo con gran confianza todo lo que aqui te escribo; pero al mismo tiempo, te pido no destruyas esta carta, guardándola en lugar seguro, en caso de que un día fuera conveniente que se conozca mi opinion de hoy."
Aunque Cervera estaba seguro de sus convicciones, el Depósito de Guerra editó en aquellos días un panfleto titulado "Poder Militar y Naval de los Estados Unidos en 1896" basado en datos recogidos en 1891 por el agregado militar español, sin tener en cuenta el tremendo esfuerzo hecho por los Estados Unidos entre 1892 y 1896. En el susodicho panfleto, el autor fantasea acerca del abandono que el Gobierno Americano hace de su Ejército, la debilidad de su Marina, y las deficiencias advertidas en la defensa de los puertos americanos, animando a España en algunos de sus párrafos, a navegar y tomar los Cayos de la Florida, controlar el Golfo de Méjico, y finalmente, describe lo fácil que sería navegar Mississippi arriba con la "poderosa" escuadra española y capturar Nueva Orleans...
El 20 de Octubre de 1897, el Gobierno nombra a Cervera Comandante de la Escuadra de Instrucción. A la vista de los acontecimientos, recordó las palabras de la carta escrita a su primo un año y siete meses antes: "...y buscarán a la pobre víctima a quien culpar de las faltas cometidas por otros!".
Inmediatamente planificó un programa de adiestramiento de las dotaciones en Santa Pola, porque la denominada "escuadra de instrucción" no había realizado ningún ejercicio de combate desde 1884, cuando el asunto de las islas Carolinas y la amenaza de guerra con Alemania.
Las malas políticas desarrolladas por el Gobierno, así como la falta de previsión, trajeron variadas y complejas deficiencias a la escuadra en un momento en el que no quedaba tiempo para corregir todo lo que estaba mal. Cervera tuvo que afrontar no solo los problemas de falta de adiestramiento de las dotaciones, sino la carencia de recursos, algunos de enorme importancia, cual fue el caso de el acorazado "Colón", que marchó al combate sin su artillería principal.
Los ejercicios navales finalizaron con solo la mitad de los programados por el Almirante realizados, porque el Ministro de Marina no proveyó de fondos. Y lo que es más, se advirtió a Cervera que "no gastara mucho, no quemase carbón, y ahorrase disparos". La artillería principal de sus buques no estaba totalmente operativa debido a la falta de seguridad de los cierres de los montajes de 14 cm., y los casquillos de munición eran de muy pobre calidad; algunos hasta el punto de que no entraban en los cañones. Sólamente se le autorizó a realizar DOS disparos por cada montaje de la artillería principal. Mientras esto ocurría, la flota Americana se estaba preparando intensívamente para la guerra.
A pesar de tan tensa situación, el acorazado Americano "Maine"
arribó al puerto de La Habana el 25 de Enero de 1898 en visita de
cortesía, aunque levantó suspicacias y no todos lo entendieron
así, y España correspondió inmediatamente despachando
al "Vizcaya" para Nueva York aquel mismo día,
sin preparativos.
El Almirante Cervera acudió a despedir a la dotación,
diciéndole a su Comandante las siguientes palabras: "La misión
que llevan es una misión de paz, y la llevarán a cabo bien,
exactamente igual que cualquier otra que se le encomendara. Siento no poder
acompañarles, pero nos volveremos a ver pronto."
El Ministro de Marina, Sr. Bermejo, y Cervera mantuvieron una correspondencia muy intensa, referida siempre al estado de situación de la escuadra y la necesidad de evitar cualquier retraso en el alistamiento de los buques, para estar preparados en caso de que la guerra se declarase. En estos documentos, Cervera expuso con gran claridad y contundencia la gran diferencia existente entre las dos fuerzas navales de ambas naciones, y siempre recibió evasivas o aplazamientos por parte de las autoridades españolas. Nunca quiso ocultar aquellas cosas que la prensa no mencionaba, esto es, que el sacrificio de la guerra sería inútil en tales circunstancias, pero no obstante, por encima de todo, si se le mantenía en su puesto, cumpliría con su deber.
El 15 de Febreo de 1898, el acorazado "Maine" sufrió una violenta explosión mientras estaba atracado en La Habana, provocando su hundimiento. El "Vizcaya" estaba a dos días de Nueva York y desconocía este incidente. En estas breves notas biográficas no se describen las investigaciones que se llevaron a cabo tras el hundimiento del "Maine", eso si, recordar que a los ojos de la sociedad americana, este suceso causó un gran impacto, seguido semanas mas tarde del grito "¡Recordad al Maine!", que sirvió como perfecto pretexto para poner a la nación en pie de guerra contra España dado que sus fuerzas fueron consideradas autoras material de un "acto de sabotaje". Sólamente con el paso de los años, y a través de una tercera comisión de investigación dirigida por el Almirante Rickover, se determinó por los daños del casco que la explosión a bordo del "Maine" fue causada por gases de las carboneras que emanaron desde el INTERIOR del buque. El Gobierno americano no aceptó la presencia de observadores españoles en la primera investigación, determinando que la explosión fue producida en el EXTERIOR del casco. Al mismo tiempo, las autoridades españolas informaron de no haber encontrado peces muertos en el puerto, y la comisión española dictaminó que la explosión fue interna, probablemente iniciada en las carboneras, en concordancia con lo que el Almirante Rickover dictaminó años después.
A primeros de Abril, la situación era tal que no se podía demorar ya nada el alistamiento de la escuadra. Cervera pidió ir a Madrid para entrevistarse con el Ministro de Marina y preparar un plan de operaciones actualizado. El Ministro le envió a Cervera un telegrama en el que, sorprendentemente, le decía que "En este momento de crisis internacional, no hay nada que se pueda determinar con precisión...", lo que indujo a Cervera a pensar que todos en el Gobierno habían perdido el juicio. Recibió orden de partir con la escuadra para las islas de Cabo Verde, en donde le esperarían a su llegada instrucciones precisas y los planes del Gobierno. Era el día 8 de Abril.
Cuando llegó a Cabo Verde, no tenía las esperadas instrucciones. En su lugar, símplemente se le ordenaba embarcar el máximo de carbón que pudiera, víveres y pertrechos, y partir hacia Puerto Rico o cualquier otro punto de las Antillas, y cooperar en su defensa marítima.
Al salir para las Antillas ya vemos que no tenía instrucciones concretas, y estaba totalmente convencido de la inutilidad del sacrificio y del desastre que serían inevitables. El estado de sus buques era áltamente deficiente tal y como vino advirtiendo desde muchos meses atrás, y también fué engañado pues se le comunicó que la Junta de Almirantes en Madrid, había dictaminado por votación unánime que era imprescindible salir para las Antillas, cuando la verdad fue que el voto de la sesión fué mayoritario, no unánime, lo que significa que hubo voces disidentes. Cervera y las dotaciones a su mando se encontraban ahora completamente abandonados, destinadas a frontar un destino fatal; sólamente su patriotismo e integridad le hicieron obedecer la órden recibida, aunque no sin amargura.
La navegación de Cabo Verde a la Martinica, y de allí
a Curazao, antes de arribar a Santiago de Cuba, se realizó con gran
cantidad de incidentes, calamidades y carencias dado que no pudo conseguir
los apoyos logísticos y carbón que le había prometido
Madrid que tendría en esos puertos cuando salió de Cabo Verde.
La decisión de seguir hasta Santiago la fundamentó
principalmente en la creencia de que éste puerto estaba libre de
bloqueo de barcos norteamericanos, dado que se le había informado
que estos se encontraban en Puerto Rico; y además, el suponía
que conseguiría en Santiago todos los apoyos logísticos que
tan necesarios le eran. La escuadra entró en Santiago el 19 de mayo
de 1898. Al acabar la guerra, tuvieron lugar diversas discusiones y críticas
procedentes de ciertos sectores acerca del por qué Cervera decidió
continuar y entrar en Santiago en vez de haber elegido otro lugar. He aquí
lo que al respecto nos dice el tratadista militar americano, Capitán
de Navío Mahan, relativo a este asunto:
"La decisión de Cervera de navegar hasta Santiago fué acertada, y asumiendo que pudiera haber elegido cualquier otro puerto, incluso el de La Habana mismo, ello habría puesto las cosas más fácil para los buques americanos al haberse podido concentrar aún más, dándonos en tal caso la posición mas favorable que pudiéramos nunca haber soñado, no solo porque podríamos haber bloqueado a los buques enemigos, sino porque al mismo tiempo podríamos haber defendido de la mejor manera nuestra estratégica base naval de Key West".
Desde el 19 de Mayo hasta el 3 de Julio de 1898, fecha en que tuvo lugar el combate naval, la escuadra española colaboró con el Ejército defendiendo Santiago, y hubo un intenso cruce de telegramas entre Santiago, La Habana y Madrid acerca de cómo proceder a la vista del desarrollo de las operaciones militares en tierra y el bloqueo naval por la escuadra del Almirante Sampson.
Cervera quedó subordinado al Capitán General de Cuba, General Blanco, que asumió el mando único de todas las fuerzas militares en la isla al así haberlo solicitado al Gobierno. De Blanco recibió la órden última de salir de Santiago.
Los detalles descriptivos de los sucesos que acontecieron durante este período de tiempo, así como actos heróicos llevados a cabo en acciones de guerra, no tienen cabida en estas breves notas biográficas, al objeto de no alargar en demasía estas líneas. Es interesante recordar, sin embargo, que la decisión del Almirante de partir para el combate con luz diurna, se fundamentó en su preocupación por la seguridad de sus barcos, dada la casi total imposibilidad de hacerlo durante la noche, como así fue recomendado por el práctico de Santiago, y del hecho que siempre había dos buques americanos vigilando e iluminando con sus proyectores la bocana de salida sin que las baterías de costa pudiesen molestarlos.
Los americanos trataron de encerrar la escuadra de Cervera provocando el hundimiento del vapor "Merrimac", cargado de carbón y con un cinturón de jarras llenas de pólvora que se harían explotar en el momento oportuno. Se presentaron siete voluntarios para esta heróica misión. El Teniente de Ingenieros Hobson y seis hombres. El buque fue descubierto por los centinelas y el fuego comenzó de inmediato desde la batería de Punta Gorda, mientras que al mismo tiempo, se dispararon dos torpedos desde los cazatorpederos, provocando el hundimiento del navío sin que llegaran a detonar las jarras de pólvora. El barco quedó hundido cerca de Cayo Smith y la entrada de Santiago continuó libre. El Teniente Hobson y sus hombres fueron rescatados del mar en una balsa volcada y a la deriva, y hechos prisioneros de guerra y tratados por Cervera con tal grado de caballerosidad y humanidad que, al finalizar la guerra, se dedicó al Almirante un Memorial firmado por miembros del Senado de los Estados Unidos y otras Sociedades y particulares en reconocimiento de este hecho, felicitándole por su conducta sobresaliente en el trato dispensado al Comandante del "Merrimac" y sus hombres. El mismo Teniente Hobson mantuvo posteriormente una amistosa correspondencia con el viejo Almirante, a quien admiró y respetó como consecuencia de su conducta.
El 2 de Julio, víspera del combate naval definitivo, Cervera envió a tierra un gran paquete sellado conteniendo documentación oficial, cartas y telegramas cruzados con el Gobierno. Dejó esos documentos en manos del Arzobispo de Santiago, el cual, bajo palabra, se obligó a guardarlos en lugar seguro y enviarlos posteriormente al Almirante si sobrevivía al combate, o a sus familiares en caso de que muriese.
A las 9 de la mañana del 3 de Julio, se dió la orden de salida. El orden de línea de salida era, en primer lugar el buque insignia "Infanta María Teresa", seguido por el "Vizcaya", "Colón", "Oquendo" y a continuación los buques menores, destructores y cazatorpederos.
Rodeando la boca de salida del puerto, como a unos 8 o 9 mil metros de distancia, se situaban en semicírculo los buques americanos "Indiana", "New York", "Oregón", "Iowa", "Texas" y "Brooklyn". El Almirante Sampson se hallaba cerca de Siboney, parlamentando con el General Shafter.
El silencio a bordo de los barcos de Cervera mientras enfilaban la salida era impresionante. El Comandante del buque insignia, Capitán de Navío Concas y Palau, relata esos momentos con estas emotivas palabras:
"Acabábamos de virar el Diamante, en un silencio sepulcral tanto a bordo como en tierra. Momento solemne capaz de hacer latir al corazón más templado. Fuera de la torre de combate, en donde no quise entrar para dar ejemplo a mi indefensa dotación, pues si yo caía aún quedaba el Almirante para mandarla, requerí su venia para abrir fuego. ¡Pobre España! le dije entonces al Almirante, y el me contestó significatívamente con la cabeza, dando a entender que había hecho todo lo que era posible para evitarlo y que su conciencia estaba tranquila".
La escuadra norteamericana era más moderna y su capacidad de fuego más devastadora que la de los buques españoles.
Cervera sabía que si salía al combate en mar abierto, perdería todos sus buques y hombres. Impertérrito decidió presentar cara a la escuadra americana y salió a la mar a la luz del día. Utilizó a su buque insignia para trabar un combate directo con el buque norteamericano más cercano, el "Brooklyn", y provocar así una acción separada del resto que permitiera a los demás que le seguían escapar del cerco.
Al finalizar el combate, 4 horas mas tarde, toda la escuadra española había sido destruida. Hubo 474 muertos y los restante supervivientes fueron hechos prisioneros. Los americanos sólamente sufrieron un muerto y dos heridos.
Cuando los españoles fueron recogidos del mar y las playas cercanas, los que pertenecían al buque insignia fueron trasladados al "Gloucester", y de este al "Iowa". Su Comandante, el Capitán de Navío Evans, relata así el acontecimiento:
"El Almirante Cervera fue trasladado desde el "Gloucester" a mi buque. Cuando puso el pié sobre la cubierta fue recibido con todos los honores debidos a su graduación por la totalidad de mi Oficialidad. La dotación del "Iowa" junto con la del "Gloucester" prorrumpió en un "hurra!" cuando el Almirante español saludó a los oficiales americanos. Aunque el héroe ponía sus piés en la cubierta del "Iowa" sin ninguna insignia, todo el mundo reconoció que cada molécula del cuerpo de Cervera constituía de por sí un almirante."
(Esta galante descripción del Capitán de Navío Evans expone con claridad el hecho de que Cervera y sus hombres estaban casi desnudos y sin uniformes después del combate).
Cuando Evans estrechó la mano de Cervera, pronunció literalmente estas palabras:
"Caballero, sóis un héroe. Habéis realizado el acto más sublime que se recoge en la historia de la Marina".
Los prisioneros fueron llevados a diferentes puntos a lo largo de
la costa Este de los Estados Unidos. Cervera fué llevado a Annapolis,
y desde su llegada comenzó a recibir muestras de simpatía
del pueblo Americano que tan galántemente reconocían así
su caballerosidad y trato exquisito dispensado al Teniente Hobson y sus
hombres con motivo del suceso del "Merrimac" y su hundimiento.
Aunque estaba prisionero, quizás la palabra que mejor definiría
su situación era la de "retenido" y ciertamente se convirtió
en una celebridad. Muchos escolares de los Estados Unidos le escribían
para hablarle del combate de Santiago y pedirle su autógrafo.
También hubo un comerciante, Burk&Co, que le envió
una amable carta acompañada de un traje ligero de entretiempo para
que se sintiera cómodo durante el caluroso verano de Maryland. En
la carta mencionaba el trato dispensado a Hobson y hombres en Santiago.
El Almirante Cervera agradeció por escrito este detalle y amabilidad,
devolviéndole el traje.
Recibió innumerables visitas. Hubo días en que, según
le comentó en una carta a un familiar, tuvo que estrechar la mano
más de 2.000 veces.
El 20 de Agosto, el Almirante Mac Nair, Director de la Academia Naval de Annapolis, pasó a Cervera un escrito del Gobierno de los Estados Unidos ofreciéndole la posibilidad de obtener la libertad para él y sus hombres con la condición de no hacer armas durante la guerra. Cervera rechazó esta oferta, porque, según informó a Mac Nair, las ordenanzas militares de España definían como delito y castigaban el aceptar la libertad bajo palabra de no hacer armas durante la guerra, y en consecuencia no podían aceptar. Once días más tarde, el Gobierno Americano concedían la libertad incondicional a todos los prisioneros.
Cervera regresó a España con los supervivientes de la escuadra en Septiembre de 1898. Las cosas en España no se vieron con igual simpatía que en los Estados Unidos, debido a la intoxicación de la prensa, y distorsión de la verdad acerca de las noticias de la guerra, y buscaban a los culpables del desastre, pretendiendo encontrar culpa entre aquellos que no hicieron sino cumplir con honor y lealtad con su deber. La bienvenida que le dispensó a Cervera el Ministro de Marina no pudo ser más fría:
"Siento mucho lo sucedido General. Supongo que habrá perdido todo en el combate!.
"Tiene razón -contestó Cervera- lo he perdido todo menos mi honor".
Cervera no fué inmune a la situación e incluso tuvo que soportar la incoacción de un procedimiento contra el y sus oficiales, el cual, tras el conocimiento exacto de los hechos, así como el clamor popular y las voces que se pronunciaron a su favor desde el exterior, dieron como resultado el sobreseimiento de la causa y la restitución del honor del Almirante.
La publicación de su "Colección de Documentos de la
Escuadra de Operaciones de las Antillas", que tan previsóramente
había puesto en manos del Arzobispo de Santiago antes de la salida
para el combate, acrecentó el respeto popular por el Almirante hasta
cotas insospechadas. Este respeto hacia la persona de Cervera creció
aún más si cabe en el seno de la sociadad americana. Hubo
múltiples casos de demostración de tal simpatía sin
distición de edad, sexo o creencia.
Se llegó, como anécdota, incluso a crear un clavel
de diseño artificial que se comercializó con el nombre de
"clavel de Cervera" o "clavel del Almirante", el cual era de color amarillo
con los bordes de los pétalos en rojo, simulando los colores nacionales
de España. El nombre se hizo muy conocido en las floristerías
de los mercados de Nueva York.
El Industrial School del Condado de Hamilton, Tenn, lo nombró
socio de honor de la Academia de castellano. A este Centro, el Almirante
dedicó una carta y fotografía suya en cuyo pié reza
la máxima que fue el leiv motif de toda su vida: Una Sociedad en
la que cada cual cumpliera con su deber, sería feliz.
Rechazó obsequios y ofertas valiosas que se le hicieron.
Una de ellas fue la posibilidad de viajar por los Estados Unidos pronunciando
conferencias, todo ello por no menos de 20.000 dólares americanos.
Para su rechazo argumentó que, como oficial militar español,
le repugnaba la idea de ir al extranjero explicando los errores y equivocaciones
de su país.
En Febreo de 1901, fué promovido a Vicealmirante, y en Diciembre de 1902 fué nombrado Jefe del Estado Mayor Central. En Mayo de 1903, el Rey Alfonso XIII lo nombró Senador vitalicio del Reino.
Con su salud ya en estado delicado, fue una vez mas llamado para
otro destino, esta vez como Jefe del Departamento Marítimo del Ferrol.
Corría el año 1906, y allí estuvo hasta finales de
Mayo del año siguiente.
Se retiró a su casa de Puerto Real, al sur de España,
donde pasó los últimos meses de su vida, y allí murió
el 3 de Abril de 1909, dando ejemplo de dignidad y cariño a todos
los que le rodeaban.
Sus restos mortales descansan actualmente en el Panteón de
Marinos Ilustres en la ciudad de San Fernando, un mausoleo de la Marina
española para sus hombres de mar ilustres.